¿Quién soy?





Mi nombre es Carmen, tengo 30 años y soy natural de Extremadura, en concreto, de un pueblo muy muy pequeño que se llama Cortegana. Desde muy pequeña fui muy inquieta, me encantaba leer, aprender y conocer! Tenía claro lo que sería de mayor y con 18 años me licencié en Medicina. Posteriormente, comencé mi especialidad y me fui a vivir a Cantabria infinita. Durante este periodo me apasionaban infitinas cosas: mi familia, amigos, naturaleza, los pueblos, los castillos, el deporte, viajar, conocer a las personas y mundo, estar con las personas mayores y sus historietas; pero de repente, la vida me enseñó los dientes con una grave enfermedad y yo desde entonces, le he intentado enseñar los colmillos!! A raíz de ello, la vida me cambió y entre otras muchas cosas, aprendí a vivir el día a día y a disfrutar de las cosas más sencillas de la misma vida.

Todo se remonta a una tarde del verano de 2014 en la que salí como otras muchas tardes a correr por la playa de la ciudad en la que vivía por aquel entonces, Santander; pero ese día no pude hacerlo. De repente, me empecé a sentir mal. Al día siguiente, estaba en el hospital y no precisamente trabajando y ayudando a otras personas sino esta vez, me estaban intentando ayudar a mi. Pero tuvo que pasar mucho tiempo hasta que consiguieron averiguar qué me sucedía. 
Tuvimos que pasar por largas temporadas en Valdecilla viviendo situaciones y momentos muy críticos y duros tanto para mi familia como para mi, muchos médicos, mucha incertidumbre, largas esperas y mucha desesperación, pero por fin apareció mi querido ángel de la guarda, mi neurólogo, que a base de lucha, vocación y entrega constante, consiguió averiguar qué me sucedía realmente. 

Tenía un problema en la médula espinal y en la base del cráneo. Pero nadie se atrevía a operarme. Era un sitio muy delicado y podría haber fatales consecuencias. Y gracias a la fuerza de mi familia, la confianza de mi neurólogo y también a mi búsqueda por una segunda oportunidad, conseguimos encontrar a mi otro ángel de la guarda. 

Gracias a todos ellos y al universo entero, fui operada tras dos años de lucha y cuando parecía que todo había salido bien y que ahora tocaba darle tiempo al tiempo para ver resultados,  mi corazón dijo "Aquí estoy yo también!" cuando estaba en reanimación.
Y desde ese momento, comenzó la lucha de Rúflex. Así es como llamo a mi corazón porque está hecho una patata pero él ahí sigue luchando sin parar por intentar ponerse bien y volver a ser una patatona; pero como todo, requiere reposo, tiempo, paciencia y muchos cuidados.

Es por eso que me he decidido a escribir este blog para contaros mis vivencias a raíz de todas estas adversidades y daros así a conocer todo lo que se llega a vivir ante tales experiencias, todo lo que te rodea por mínimo que sea y por supuesto, intentar aportaros  todas las cosas buenas que he aprendido a través de mis pequeñas reflexiones.

Os dejo una frase que siempre me dice mi querida y maravillosa mamá:


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